Fuente: elmundo
El hallazgo del cronómetro marino, al que el británico dedicó gran parte de su vida, impulsó las rutas transatlánticas al permitir a los barcos no desviarse del rumbo exacto
John Harrison (Foulby, 24 de marzo de 1693 – 24 de marzo de 1776)[1] fue un relojero inglés autodidacta, famoso por haber diseñado y puesto en funcionamiento el primer cronómetro marino de alta precisión, con el cual era posible determinar la longitud con exactitud cuando se habían recorrido largas distancias. Su mérito principal es haber resuelto el problema de la longitud mediante el empleo de cronómetros construidos por él mismo.
Ya sea para comerciar, explorar o combatir, antes del siglo XVIII la navegación era una empresa que podía costar la vida. Todo cambió cuando John Harrison (1693-1776), un relojero inglés, resolvió el hasta entonces incomprensible problema de la longitud. Hoy se cumplen 325 años de su nacimiento y Google ha querido rendirle homenaje con uno de sus ya famosos ‘doodles’.
Muchos científicos habían tratado de encontrar un mecanismo para determinar la longitud geográfica, pero fue Harrison quien, mediante la invención del primer cronómetro marino de alta precisión, logró resolverlo. Pero no fue tarea fácil ya que el relojero tardó casi la mitad de su vida en llevarla a cabo.
Cuando Harrison ya era un afamado relojero en Reino Unido, le encomendaron la fabricación de un reloj en la torre de la casa del conocido constructor Charles Pelham (aún funciona hoy en día). Durante este encargo empezó a probar lo que más adelante se convertiría en una realidad.
Se puede decir que durante los treinta primeros años de su vida fue un humilde carpintero que pasó desapercibido por completo. Acabó su primer reloj de péndulo en 1713 (antes de cumplir veinte años), y no se sabe cómo se pudo meter en semejante proyecto, y menos qué conocimientos previos aplicó. Este primer reloj puede verse hoy en día en una vitrina del museo del «Excelentísimo Gremio de Relojeros» en Guildhall (Londres). Lo singular de este reloj no es que fuera el primero de John sino que fue construido íntegramente en madera de roble y boj. Harrison construyó después otros dos relojes de madera, en los años 1715 y 1717.
Y el principal avance al que llegó a la conclusión es que debía dejar de utilizar péndulos en sus relojes, ya que se veían sometidos a los vaivenes de un buque navegando. Harrison presentó su idea a la Junta de Longitud en 1730 y a partir de entonces contó con el relojero George Graham como mecenas para el proyecto.

Su primer prototipo, el H-1, tardó cinco años en elaborarlo y pese a que lo presentó a la Junta, sabía que debía mejorar el sistema que utilizaba. Por este motivo elaboró poco después el H-2. Este modelo tampoco convenció y el relojero se encerró en su taller y no se supo casi nada de él en los veinte años que tardó en construir el H-3. También fabricó el H-4, una versión más pequeña.
Y fue cuando se realizaban las pruebas del H-3 y el H-4 cuando Harrison creó el H-5. Este modelo, al igual que los anteriores, tuvo muchas reticencias por parte de la Junta, por lo que decidió mostrárselo directamente al rey Jorge III. Éste, desautorizó a la Junta y le entregó a Harrison un premio por resolver el problema.
Ya tenía 80 años, pero pudo ver recompensado el trabajo de toda una vida no solo con el premio en metálico (8.750 libras de entonces), también con el prestigio que merecía. Y no es para menos ya que al igual que la luz de un faro, el invento de Harrison ha conseguido que muchos marineros de toda condición lograran llegar a casa sanos y salvos.
No se tiene noticia de cómo pudo llegar a Harrison la existencia del problema de la longitud. Es muy posible que lo oyera de un marinero en el cercano puerto de Hull, y es muy posible también que creyera en su capacidad para darle solución. Sobre 1720 Harrison ya era un famoso constructor de relojes y Charles Pelham lo contrató para que construyese un reloj sobre la torre de su casa en Brocklesby Park (este reloj funciona hoy en día). Lo insólito de este reloj es que contiene todos los inicios y ensayos sobre lo que con el tiempo serían sus más afamados cronómetros, capaces de poder dar solución al problema de la longitud.

Harrison pudo observar pronto que poco podía aumentarse la precisión de un péndulo cuando era sometido a los vaivenes de un buque navegando en una tormenta; tenía que olvidar la idea de utilizar péndulos. Harrison diseñó un plan y lo expuso en Londres ante la Junta de Longitud en 1730. Por esta época esta institución tenía 15 años de vida y recibía constantemente solicitudes mediocres y carentes de interés. En Londres visitó a Halley y posteriormente al relojero George Graham, quien se convirtió en su mecenas.
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